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La resolución del Parlamento Europeo no cambia en nada la naturaleza política de la crisis bilateral entre Marruecos y España
Los intentos de europeizar la crisis son inútiles y no alteran su carácter puramente bilateral, sus causas profundas y la responsabilidad probada de España en su desencadenamiento.
La instrumentalización del Parlamento Europeo en esta crisis es contraproducente. Lejos de contribuir a la solución, se inscribe en una lógica de escalada política de poca visión. Esta maniobra, que pretende eludir el debate sobre las razones de fondo de la crisis, no engaña a nadie.
La resolución no está en consonancia con el ejemplar historial de cooperación migratoria de Marruecos con la Unión Europea. Los que intentan criticar a Marruecos en este campo, son los mismos que en realidad se benefician de los resultados concretos y cotidianos de la cooperación sobre el terreno.
De hecho, nadie en Europa puede cuestionar la calidad de la asociación entre la Unión Europea y Marruecos en todos los ámbitos, incluido el migratorio. Las cifras están ahí para confirmarlo (solo desde 2017, la cooperación migratoria ha permitido abortar más de 14.000 intentos de migración irregular, desmantelar 5.000 redes de tráfico de personas, rescatar a más de 80.500 migrantes en el mar y evitar innumerables intentos de asalto).
Además, Marruecos no necesita ninguna garantía en su gestión de la migración. La postura de profesor y alumno ya no funciona. El paternalismo es un callejón sin salida. No es el castigo o la recompensa lo que induce al comportamiento, sino la convicción de una responsabilidad compartida.
La resolución del Parlamento Europeo es, por otra parte, contraria al espíritu de la asociación entre el Reino de Marruecos y la Unión Europea. Al intentar estigmatizar a Marruecos, lo que hace es fragilizar el propio principio de asociación.
Demuestra, a nivel de la vecindad sur de la UE, que incluso las construcciones más antiguas y exitosas pueden ser objeto de acciones inoportunas y oportunistas en el Parlamento Europeo.
Por mucho que Marruecos esté satisfecho de su relación con la Unión Europea, considera que el problema sigue siendo con España, mientras no se resuelvan las razones que lo desencadenaron.
Marruecos nunca ha juzgado la asociación con la UE por el rasero de los incidentes coyunturales, sino sobre la base de una acción fiable a largo plazo.
Además, la posición de los Estados miembros de la Comisión y del Servicio Exterior fue constructiva en cuanto al papel clave de Marruecos en la asociación euromediterránea y la apreciación positiva de la cooperación en el ámbito de la migración.